sábado, 17 de enero de 2009

Una historia de amor sangrienta


Regresando a las críticas de cine ... (gracias loquito)
(Crepúsculo - Una historia de amor sangrienta)
El amor existe. Quizás no tan extravagante como Crepúsculo, pero sí. Un poco de Debussy, empalma perfecto con dos jóvenes (al menos en apariencia) enamorados. El color azulado que inunda la pantalla. Esto es Crepúsculo en pocas palabras, un mundo distinto pero conocido.

La directora Catherine Hardwicke nos acerca al mundo de los vampiros modernos. La adaptación es ligera, aún así se apodera de la atmósfera y transfiere sentimientos. El acercamiento, o primero planos a los personajes principales nos hace percibir sus miedos y temores.

No hay terror. No hay suspenso. Las escenas en las que los vampiros persiguen a su víctima son simples, con cámara en mano, fugaces flashes, sonidos jadeantes y nada más.

Todo empieza cuando ella se muda a la casa de su padre. Encuentra un clima nuevo, nuevos amigos, un nuevo amor, una nueva vida. Mientras se va adaptando, la socialización con la familia vampiro es cada vez más desconcertante para ella. Como si fuesen de otro planeta. Alienígenas con piel nívea, que beben sangre, con fuerza descomunal y ojos que cambian de color.

La mirada de Bela, el personaje principal, es empalagosa. Toda la película la envuelve en un aire de incredulidad, todo en ella es inverosímil. No mira nada con ojos comunes. Su intención de ver la naturaleza es incierta. Sufre porque ella lo desea y no comprende nada. Se enamora del menos adecuado y lo disfruta como si fuese lo único que puede hacer.

Pronto empiezan los problemas y nada se vuelve “normal”. La película va tomando energía cada vez que la relación entre Edward y Bela se condensa. La familia Cullen, vampiros, son los buenos, los vampiros que no comen personas. Pero no son los únicos vampiros, también existen los malos. Los vampiros que sí comen gente. Vaya deducción y diferencia entre lo malo y lo bueno.

Cuando ambos bandos de vampiros se encuentra empieza la acción. El suspenso no se encuentra fácilmente, más bien se mezcla con un drama aventurero que no contiene puntos de giro. Todo se parece como una serie de televisión en el cual la protagonista nos expresa el mismo sentimiento desde que empieza hasta que termina.

Edward, el joven vampiro es intenso. Su madurez combinada con su físico lo convierte en un ser real, quizás lo mejor de la película. Su fuerza y rapidez es la de un superhéroe y así intenta parecer.

La historia de amor incondicional es pura pero demasiado fantástica. El volar por entre los árboles en la espalda de un vampiro enamorado no es exactamente lo que uno espera ver de un vampiro. Sin embargo, el mundo es diferente, el olor del color oscuro convierte en la historia de amor, en una diferente y lo diferente no es tan malo.

El final cursi mata hasta la más cursi de las novelas. Lo romántico y sangriento se pierde entre la gente que ríe y baila. Las luces de colores, un último baile. Los destellos de felicidad y tranquilidad en el baile de promo son los más irreales e incómodos.

Pero bueno, al fin y al cabo es una película de amor, a pesar de tratarse de vampiros que chupan sangre. Un amor que no quiere desvanecer y que quiere seguir vivo. Pero aún así, nada ayuda a Crepúsculo, ni su historia de amor, ni su excelente fotografía, porque aún así, sigue siendo una película que se puede omitir.

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