jueves, 7 de enero de 2010

El cero: Nada más y nada menos


Un día, el cero se topó conmigo. No tengo ni uno ni dos ni tres, le dije consternado. Entonces me quedaré contigo. Por qué, le respondi. Porque es lo único que te queda. Acaso no puedo decidir cuál será mi destino, le pregunté sin titubear. Claro que sí, pero en esta ocasión soy yo el que decido.


Al otro día, el cero se convirtió en mi sombra. Se acostaba junto a mi. Se levantaba. Comía a mi lado y cuando hablaba por teléfono, él escuchaba todas mis conversaciones.


Luego de varias semanas, el cero se despidió y me dijo, cuídate estimado Paco, y espero sinceramente no verte nunca más. Lo noté apenado pero contento. Cómo será estar solo, sin que nadie te quiera, pensé. Ni siquiera yo lo quiero a mi lado. Qué mundo. Injusto.


Reflexioné por muchas horas. Me quedé triste por el futuro del cero. Espero encuentre a alguien, pero lo que más espero es que se encuentre a si mismo.


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